Mal Educada

Ayer, domingo subimos con S en la Estación Medrano de la línea B de subte
la roja

Como no había asientos nos apoyamos por ahí
nos reíamos, nos besábamos
contentos

por los sorrentinos con estofado del eros
teníamos el taladro para colgar las fotos en en living
por la caminata bajo la luz velada de la tarde en Palermo

de golpe, zas!
los botones de mi vestido de flores, que son flojitos y se abren con facilidad se desprenden
no mas de tres, un número tolerable
el ribete negro del corpiño, la puntilla
S me lo hace notar

con una ágil gracia que fui desarrollando a lo largo de los años
los prendí rápido, en una esquina del vagón
con el disimulo pertinente que la situación requería.


Unos asientos se liberan, nos sentamos

Ya estábamos en Pasco cuando una mujer de no más de cuarenta
de carácter gris acompañada de un marido encorvado
me dice mirándome a los ojos

:- Anda a mostrarle las tetas a tu novio no a todo el mundo, mal educada

Y se fue con su marido a sentarse un poco más allá

Estupefacta por la violencia dominguera de esta señora sonreí,
otras mujeres también lo hicieron
una que leía el principito me dijo:- pobre tipa, se hubiera quedado en su casa
varias asintieron,
fueron solidarias
hasta halagaron mi vestido

S se levantó y caminó hacia a el matrimonio que esperaba fruncido,
corridos hacia un costado con cierto asco,
ensanchando los orificios de la nariz y reteniendo la respiración

esperaban algo, quizás la estación para bajarse, no sé
o como ya no saben que hacer los domingos
porque no tienen que decirse
porque no tienen amigos
porque no van al cine por la gripe y la belleza de las imágenes proyectadas gigantes les hace sentir miedo
porque tienen que salir porque la casa en donde viven esta cada día más oscura y se tropiezan con los muebles

o, porque quizás es lo que mas les gusta hacer en la vida
y entonces pobres, la cosa es realmente grave
que triste

S le preguntó a la señora si a su marido no se le había desabrochado nunca un botón de la camisa
o bajado la bragueta
posiblemente no,
el señor, el marido, sin poder mirar a nadie a los ojos movía la cabeza como pidiendo clemencia

S volvió se sentó conmigo y me besó

Bajamos riendo del tren en Carlos Pelegrini
Yo con el taladro apretado al pecho, fuerte

Unas cuadras mas adelante le agradecí que se hubiera parado
y me alegré
mucho
de conocer a este hombre tan bello y de tener vestidos que tengan botones que se desprendan con tanta facilidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Madame,

Calles porteñas que pasan sobre la cabeza,
vidas que se entrecuzan como si fueran calles,
principes y princesas y tambien un principito
y todo eso gracias a la metro…

Un par de senos que se desatan y desatan la ira de las fieras
Se rompe el equilibrio (a)normal de la cotidianidad,
gente que se irá con un sorriso gente que se irá con ira
y todo eso gracias a esos senos…

Muchos otros se iran y se preguntaran:
“Lo escencial es invibisible a los ojos” ?

Monsieur Antoine