Variaciones.

Cuando suena el teléfono, en un horario poco habitual, y del otro lado una voz familiar, muy familiar, pero notoriamente modificada emite el primer sonido previo al anuncio, algo se detiene como una cachetada helada y sonora.
Un estruendo metálico y filoso recorre el cuerpo, un aleteo veloz de pájaro.
Un gorrión alterado en el pecho.

Entonces,

- se nombra. El anuncio queda haciendo eco, prolongando la aureola de la desgracia que rebota como una imagen acuarelada en el cerebro.

- dudo, el desenlace se entorpece como un cuento triste, en donde la princesa no se casa con el sapo devenido príncipe, ni todos bailan, ni el niño nace, ni el mal se vence, ni la parca huye.

Lo que precede al llamado, es la quietud, la aceptación del curso de los acontecimientos.

La contemplación y el planchado.

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